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No podemos abandonar una nación de inmigrantes -por eso estamos poniendo en riesgo nuestros votos

October 8, 2021

Artículo de Opinión de los Reps. Adriano Espaillat (D-N.Y.), Jesús “Chuy” García (D-ILL.), y Lou Correa (D-CALIF.)

Publicado originalmente en The Hill, 10/8/21

Desde que comenzó la pandemia de COVID-19, muchos de nosotros permanecimos refugiados en nuestros hogares mientras millones de inmigrantes, trabajadores esenciales, muchos de los cuales eran indocumentados, se pusieron a la altura de las circunstancias para mantener este país en funcionamiento ―poniendo en peligro sus medios de vida sabiendo que el futuro era incierto. Ellos mantuvieron nuestros estantes de comestibles abastecidos, llenaron almacenes y limpiaron y desinfectaron negocios, cuidaron a nuestras familias, personas mayores y entregaron alimentos a nuestras puertas mientras este país se paralizaba.

Y los números cuentan una historia increíble.

A lo largo de la pandemia, más de cinco millones de inmigrantes indocumentados arriesgaron sus vidas para mantener a flote a nuestra nación ―con más de 400,000 trabajadores agrícolas, 400,000 empleados de limpieza, 300,000 empacadores, almacenadores y transportistas de productos esenciales, 100,000 trabajadores de atención médica domiciliaria y muchos más que preservaron los servicios esenciales que mantienen nuestra sociedad.

Cerca de 30,000 beneficiarios de la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) también enfrentaron esta crisis de salud global, trabajando en primera línea como nuestros médicos, residentes, enfermeras y paramédicos. Ahora, es nuestro momento de cuidar a quienes nos cuidaron y producir una reforma migratoria real a través de esta oportunidad única en la vida, y ese es el proceso de conciliación presupuestaria.

Si bien la pandemia hizo que millones de estadounidenses reconocieran la fragilidad de nuestra economía y el papel que juegan los inmigrantes indocumentados de nuestra nación en ella, es imperativo que recordemos que este trabajo no solo se volvió "esencial" - y los inmigrantes en los que hemos confiado durante tanto tiempo merecen su oportunidad en el Sueño Americano.

Una y otra vez, los inmigrantes indocumentados de nuestra nación han estado a la altura de las circunstancias, recibiendo el elogio bien merecido por sus heroicos esfuerzos, pero durante demasiado tiempo, ese elogio no ha sido más que una palabrería. Ellos han sido rechazados, puestos a esperar en peligro durante décadas mientras su futuro permanece en el limbo, mientras viven bajo la amenaza de deportación.

En este punto, está claro: el status quo es insostenible, y ya es hora de que mantengamos nuestra parte del trato y cumplamos con nuestras comunidades de inmigrantes que han brindado tanto por nuestro país.

La última vez que el Congreso aprobó una reforma migratoria significativa fue cuando Ronald Reagan se sentó en la Oficina Oval y, mirando hacia atrás, ese logro trascendental agregó un valor tremendo a la economía de nuestra nación. Desde entonces, durante 35 largos años, los inmigrantes han suplicado al Congreso que legislen a su favor una vez más, y cada vez sus súplicas caen en oídos sordos. ¿Cómo podemos negar su contribución económica a nuestra gran nación una vez más? ¿Y cómo podemos quedarnos de brazos cruzados mientras se mantienen en las sombras, abandonados como ciudadanos de tercera clase?

Y como nación de inmigrantes, esto no es de lo que se trata Estados Unidos.

Con un paquete de infraestructura humano de $3.5 billones de dólares (trillones en el sistema numérico inglés) en trámite, sería moralmente reprobable, fiscalmente irresponsable y una gran decepción para cada inmigrante indocumentado en este país que este Congreso una vez más deje atrás a nuestras comunidades de inmigrantes más vulnerables ―y simplemente no lo toleraremos.

Nuestros inmigrantes indocumentados, Soñadores, beneficiarios del Estatus de Protección Temporal y más son valientes. Son nuestros hermanos y hermanas en la libertad, patriotas del más alto calibre que luchan incansablemente para defender los pilares del experimento estadounidense junto a nosotros, y es hora de que los tratemos como tales.

Desafortunadamente, como hemos visto en las últimas semanas, el parlamentario del Senado ―un asesor no electo del Senado de los Estados Unidos sobre la interpretación de las reglas de la cámara y el procedimiento parlamentario― ha emitido dos veces opiniones que han entorpecido nuestros esfuerzos por promulgar una reforma de inmigración significativa mediante el proceso de conciliación presupuestaria.

También es importante recordar que el papel del parlamentario es consultivo y no está escrito en piedra, y la mayoría puede anular sus consejos. Esta misma semana, 92 académicos de todo el país pidieron a la vicepresidenta Kamala Harris y al liderazgo demócrata del Senado que no "revocaran" al parlamentario, sino que el presidente del Senado emitiera un fallo contrario a su consejo, citando que la decisión final de una cuestión de orden recae en el funcionario que preside, sujeta a apelación ante el pleno del Senado.

Desde que el Senado contrató a un parlamentario para asesorarle en 1935, ha habido varias instancias en las que el vicepresidente simplemente ignora su consejo. Hay un precedente para esto -en 1975, cuando el vicepresidente Nelson Rockefeller ignoró al parlamentario y se negó a sostener una cuestión de orden contra el cambio de reglas obstruccionistas- y no debemos descartar tener que hacer lo mismo para cumplir nuestra promesa.

Esta es una oportunidad histórica ―para que podamos devolver la compasión y la dignidad a nuestro sistema de inmigración, y una que debemos aprovechar. Es por eso por lo que rechazaremos cualquier acuerdo de conciliación presupuestaria que no incluya alguna forma de reforma migratoria de sentido común ―punto. Este momento también requiere una acción audaz, por lo que hacemos un llamado a la vicepresidente Harris, como presidente del Senado, para que desestime la opinión del parlamentario del Senado y no solo haga lo correcto para 8 millones de inmigrantes, sino que también reconozca el efecto presupuestario de tal determinación.

Espaillat representa el Distrito Congresual 13 de Nueva York, García representa el Distrito 4 de Illinois y Correa representa el Distrito 46 de California.

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El congresista Espaillat es el primer domínico-estadounidense en servir en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos y su distrito congresual incluye las comunidades de Harlem, East Harlem, West Harlem, Hamilton Heights, Washington Heights, Inwood, Marble Hill y el noroeste del Bronx. Elegido por primera vez al Congreso en 2016, el congresista Espaillat cumple su tercer mandato en el Congreso. El congresista Espaillat actualmente se desempeña como miembro del influyente Comité de Apropiaciones de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, responsable de financiar las actividades vitales del Gobierno federal. También es miembro del Caucus Hispano del Congreso (CHC), donde se desempeña como segundo vicepresidente y es miembro del Caucus Progresista del Congreso, donde se desempeña como subcoordinador (Deputy Whip). El congresista Espaillat también se desempeña actualmente como coordinador sénior del Caucus Demócrata. Para obtener más información sobre el congresista Espaillat, visite su portal en línea en https://espaillat.house.gov/.

Preguntas de los medios: Candace Randle Person a Candace.Person@mail.house.gov

Issues:Immigration